Cristina Giménez Raurell (Conservadora de Museos Estatales)
En estas líneas se expondrán aspectos clave que han tenido que ver con mi trayectoria como conservadora de colecciones de bienes culturales en cinco museos estatales. Se trata de un testimonio que permite reflexionar sobre el trabajo compartido con colegas de la conservación y la restauración.
Los cinco museos en los que he trabajado, entre 2003 y 2022, están en Madrid, Valencia y Toledo: Museo Cerralbo, Museo Nacional de Artes Decorativas (MNAD), Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS), Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias ”González Martí” (MNCV) y Museo del Ejército. Están adscritos a dos ministerios y tienen distintos regímenes jurídicos. No me detendré en la labor desarrollada en cada una de las instituciones sino en los aspectos comunes de interés.
Los profesionales de museos de otras instituciones públicas o privadas españolas o extranjeras (curators and conservators) están muy sensibilizados con la imprescindible tarea que los restauradores desarrollan en los museos. Hay un gran respeto por la profesión. Por otra parte, los contenidos relacionados con estas disciplinas tienen mucho protagonismo en los temarios que hay que dominar para poder opositar y acceder como funcionario de carrera a los cuerpos de museos del Estado. De hecho, muchos de mis compañeros y compañeras han cursado estudios en Restauración o Bellas Artes.
Como responsable de los departamentos de exposiciones, documentación, investigación y colecciones he constatado que el trabajo con los equipos de conservación y restauración siempre está presente. En el Museo Cerralbo, en el MNAD y en el “González Martí”, por ejemplo, existe una íntima colaboración en el trabajo del día a día: siglando los objetos, localizando obras en almacenes, redactando informes para préstamos u otros fines, controlando movimientos internos, llevando a cabo el mantenimiento en salas, etc. En el Museo Cerralbo es también importante el control de requisas de los bienes culturales expuestos. Es una función asignada a los vigilantes de sala, que trabajan con documentos supervisados y elaborados por el personal técnico del Museo, en los que la restauradora pone especial atención. Cuando se detecta cualquier irregularidad en el seguimiento diario, se subsana de inmediato.
Los restauradores están presentes, o deberían siempre estarlo, cuando los directores de los museos y el equipo técnico desarrolla proyectos de rehabilitación de los inmuebles o de espacios públicos y privados con bienes culturales (salas, almacenes, etc.). Son tareas que se llevan a cabo, normalmente, con la Gerencia de Infraestructuras del Ministerio de Cultura. Destacamos, por ejemplo, varios proyectos de ampliación, traslado o rehabilitación del MNAD o del “González Martí”. Otro gran proyecto en el que los restauradores tuvieron un especial protagonismo fue el traslado y montaje de las colecciones del Museo del Ejército (inaugurado en 2009). En el Alcázar de Toledo, ubicación de este Museo, se diseñaron unas magníficas instalaciones (salas, talleres de restauración y almacenes) en las que se hizo una gran inversión, tanto en medios técnicos como materiales, gozando estas de gran fama a nivel internacional.
Los restauradores, además de desarrollar su minucioso trabajo diario en el que se emplea la aplicación DOMUS o el sistema SensoDat, entre otros recursos informáticos, trabajan en la restauración de los bienes, el archivo de la documentación, la redacción de informes de estados de conservación con mapas de daños, las propuestas de intervención, la atención a investigadores, becarios y alumnado en prácticas, el control medioambiental de los espacios del museo, etc. A su vez, participan en la planificación de proyectos de mayor envergadura: planes de protección de los bienes culturales ante emergencias o restauraciones de gran magnitud que precisan gestión administrativa y la contratación de personal especializado para restaurar y trasladar bienes culturales fuera de la institución. Tal es el caso de la restauración de los trabajos en marouflage de Máximo Juderías Caballero o del recientemente restaurado lienzo de Herrera el Mozo que se trasladó desde la planta bajocubierta (capilla del Museo Cerralbo) hasta los talleres del Museo Nacional del Prado, para ser posteriormente expuesto. Otro importante proyecto, fue la restauración y réplica de los tapices del Salón Estufa del Museo Cerralbo. Una empresa especializada se encargó de hacer la reproducción, participando la Real Fábrica de Tapices y el IPCE (Instituto del Patrimonio Cultural de España) en el proceso de limpieza, restauración y montaje, de la mano de la restauradora del Museo Cerralbo. Se comprueba que la colaboración entre instituciones y técnicos es muy estrecha. Otro interesante ejemplo es el depósito de más de cuarenta obras del MNAD que se exponen en el ala de invierno del Museo Cerralbo. La restauradora de la institución depositante aportó exhaustivos informes de estado de conservación de las obras, la packing list e instrucciones precisas para la supervisión del embalaje y montaje de cada pieza.
Conclusiones
Confío que estas palabras nos ayuden a reflexionar sobre la necesidad de otorgar un mayor reconocimiento a la profesión y permitan dar una visión amplia de la interdisciplinariedad que implica el trabajo de los técnicos de museos.
Respecto a las carencias, que no son pocas, señalamos, en primer lugar, la necesidad de diseñar un proceso adecuado de acceso a la función pública de estos profesionales. Sus cometidos van mucho más allá de los de un oficio, como aún hoy se contempla. Actualmente es necesario externalizar gran parte de las funciones de los restauradores por falta de personal técnico en plantilla.
Todo esto redundará en beneficio del mejor funcionamiento de nuestros museos y evitará que estos tengan que buscar salidas profesionales complementarias. Invitamos a todos a sumar esfuerzos y colaborar continuando esta labor al unísono.
Figura 1. Tarde de carnaval en la Alameda. Ignacio Pinazo Camarlench. Museo Nacional de Cerámica “González Martí”. N.o Inv.: CE4-00315. La conservación y restauración de bienes culturales en los museos precisa de una intensa colaboración del tándem conservador-restaurador. Obra prestada a la exposición «Los inicios de la pintura moderna». Fundación Cultural MAPFRE, Madrid, 2005
Figura 2. Barca china del siglo XVIII. Embalaje de pieza de marfil. En el Museo Nacional de Artes Decorativas, como en otras instituciones estatales ubicadas en edificios históricos en los que he trabajado, se embalan, conservan, restauran y manipulan los fondos de artes decorativas con el máximo cuidado. Su almacenaje y exposición requiere de gran pericia por parte del equipo técnico. Imagen del Museo Nacional de Artes Decorativas. Madrid. N.o Inv.: DE21298
Figura 3. Taller de restauración del Museo Nacional de Cerámica “González Martí”. Intervención de un candil. Limpieza Mecánica. Imagen del Museo Nacional de Cerámica “González Martí”.
Más documentación fotográfica y recuerdos en los siguientes enlaces.
Anexo I: Colección Documental Fotográfica.
Referencias bibliográficas
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https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5307294
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