Un largo camino recorrido, treinta años restaurado patrimonio Navarro.
Una carrera profesional, que sea convertible en una forma de vida.
Marivi Mendia Valencia (Profesional autónomo)
Mi nombre es Marivi Mendia, soy conservadora y restauradora en Navarra y quiero compartir mi trayectoria profesional por su singularidad.
En 1993 me licencié en Bellas Artes, en la especialidad de conservación y restauración de obras de arte, ya en la facultad a los estudiantes de restauración se nos veía como “diferentes”… no creábamos, no se nos consideraba artistas.
Mi primer contacto con el mundo laboral fue como becaria en un taller de restauración, en ese momento estaban interviniendo en las obras de restauración del interior de la Catedral de Pamplona. Estaba compuesto por restauradores licenciados en BBAA, lo que suponía una innovación, ya que, hasta que se estableció este taller, todos los que había en Navarra lo componían artesanos.
Supuso un cambio en las intervenciones de restauración, no fue fácil la transición de la restauración artesanal a una más científica. Con un criterio más conservacionista, teniendo todavía mucha fuerza el criterio estético. Seguir la premisa de que el restaurador no aporta, conserva.
Poner en práctica toda la teoría y criterios aprendidos en la facultad, en ocasiones me sentí en un desaprender de lo aprendido. A su vez, me dieron un conocimiento más real de la conservación del patrimonio, donde la más peligrosa patología del patrimonio, desde mi punto de vista, son las intervenciones que se realizan bajo el nombre de RESTAURACIONES.
En este primer taller de restauración en el que trabajé durante once años, incluso llegando a ser socia, lo primero que diría es que disfruté muchísimo de mi trabajo. Ahora, visto desde la distancia y de manera más objetiva, lo definiría como una restauración a metros, donde era muy importante la rentabilidad de la restauración y el resultado final, es decir, se continuaba con el criterio estético.
El tema de los sueldos es una asignatura pendiente en el mundo de la conservación y restauración. Durante mi paso por la universidad se nos informó de lo que debía cobrar una licenciada en Bellas Artes con la especialidad de restauración, descubrí que esa valoración económica no existía en la realidad. La falta de un convenio profesional nos dejaba totalmente al descubierto en un mundo laboral muy hostil.
El final de mi permanencia en ese taller coincidió con un cambio en mi situación personal. Debido a la nula existencia de la conciliación familiar, tuve que hacer un parón de tres años en mi vida laboral.
Mi reincorporación laboral, no fue en el mundo de la restauración, probé en la enseñanza, como profesora de fotografía en la Escuela de Arte de Pamplona, fue una experiencia gratificante económicamente. Trabajé en Correos, en oficina clasificando, claramente no era mi sitio.
Eran trabajos muy diferentes a la conservación y restauración del patrimonio y para mi poco satisfactorios, mi trabajo siempre me había llenado y me hacía sentirme realizada. Lo que me supuso una toma de conciencia, el momento en que me reconozco como restauradora, el sitio donde yo quería seguir creciendo.
Fue tiempo de oposiciones, listas, etc. mucho estudio, tiempo, esfuerzo y entrega, donde el resultado no fue el deseado, sin embargo, me ayudó a ponerme al día, una tarea de reciclaje.
Me incorporo a otro taller de restauración navarro, con una larga trayectoria. Formábamos el taller tres restauradoras y la jefa, poco a poco fuimos consolidando el equipo. Fue una época que recuerdo con mucho cariño, años de importantes intervenciones en el patrimonio navarro, de gran crecimiento profesional. Sin embargo, la valoración económica, no había variado en todos estos años de trabajo. Esta etapa duró alrededor de diez años, de nuevo mi vida personal da un giro y unido a otros acontecimientos hace que vuelva a dar un corte en mi vida profesional y realice un cambio.
Tras veinte años trabajando en Navarra en el ámbito de la conservación y la restauración, y tras haber coincidido en varias obras con constructoras que se dedican a la restauración de arquitectura, se me propone trabajar en plantilla para una de ellas. Este nuevo trabajo supone un reto, y por fin un reconocimiento económico, que hasta ahora no había tenido. Es importante que una constructora quiera tener restauradoras en plantilla, es bueno para la conservación del patrimonio que haya un interés por el trabajo que hacemos como profesionales de la restauración. En restauración del patrimonio arquitectónico se va avanzando poco a poco en intervenciones donde lo importante es la conservación, se van creando importantes precedentes. Valoro el esfuerzo que hace la constructora para tener restauradores en plantilla, ya que no hay trabajo de manera continuada.
Finalmente, agradezco a Berta Balduz y a GE-IIC por darme la oportunidad de contar mi experiencia laboral.