Nada ni nadie se salva de desastres en situaciones de emergencia, no todas las administraciones públicas tienen competencias en patrimonio y, por lo tanto, carecen de servicios especializados en el tratamiento de patrimonio cultural.
Muchos edificios de organismos públicos son BIC y quizás solo por ese hecho esté justificada la necesidad de contar con personal que introduzca el máximo de marcadores para el seguimiento y control de la conservación preventiva adaptada a la naturaleza de sus bienes. En el caso del edificio de la Diputación de Ciudad Real, no se ha podido evitar el derrumbe parcial del techo de una de sus salas, pero sí se ha obtenido una reacción de forma inmediata para salvar las obras recuperandolas de entre los escombros.
Recapitulemos, el edificio del que hablamos se encargó en 1889 al arquitecto Sebastián Rebollar (1852-1906) como sede del gobierno de la provincia de Ciudad Real. Las obras fueron finalizadas en 1893 y desde entonces ha sufrido varias rupturas y mejoras, adaptándose a las diferentes corporaciones ya su tiempo. Hoy en día, conviven dos funciones, la administrativa y la cultural, al tener abierta al público en sus galerías la exposición permanente del artista Ángel Andrade (1866-1932), que colaboró con el arquitecto en la ornamentación.
La sala más emblemática, junto al Salón de Plenos, es la Sala de Recepciones, en cuyo techo quedó enmarcado el lienzo con una escena de El Quijote, pintado por Ángel Andrade y Samuel Luna (1857-1929), reconocidos artistas locales. Este se encontraba enmarcado por una pesadísima moldura de mortero dorado. La pintura ocupó completamente el espacio de la sala y en abril del pasado año, 2022, quedó reducida a harapos después del derrumbe parcial del techo, y con él, una parte de la escocia perimetral en la que se encontraron los escudos de los partidos judiciales de la provincia en el siglo XIX. Las pequeñas filtraciones de humedad terminaron por agotar la resistencia de los materiales de construcción del techo al que se encontró adherido el lienzo con engrudo.
El termohigrómetro de la sala acotó el momento del derrumbe, sucedió en fin de semana. El edificio era objeto de seguimiento para realizar unas mejoras de forma programada y nada hacía presagiar un suceso tan dramático. Lo cierto es que el pesadísimo marco se fracturó y en su caída rasgó el enorme lienzo en doce fragmentos. A continuación, se realizó una intervención de urgencia para recuperarlo de los escombros y almacenarlo, protegido y enrollado en un rulo hasta que llegara el momento de la intervención.
Tras el derrumbe, se comprueba que una parte había resistido a la caída, la cual, ya desnuda, aportó información sobre el estado de conservación del techo, observando una cantidad considerable de zonas con hongos, fisuras y grietas, algunas trasladadas al lienzo y otras de las que se desconocia su existencia. Las zonas mejor fijadas al muro fueron las que correspondieron con una restauración documentada en 1985 y varias interrupciones puntuales posteriores que han puesto a prueba la reversibilidad de los materiales utilizados en cada momento. Una vez recuperados todos los fragmentos, se procedió al desmontaje controlado y completo del techo y la escocia.
Los trabajos que se plantean ahora son unir el rompecabezas de piezas, corregir las múltiples deformaciones de los lienzos, forraciones, fabricar un soporte rígido de grandes dimensiones y una nueva escocia perimetral para reinstalarlo de nuevo a su lugar original. Dicho en dos frases es rápido y parece fácil, pero sabemos que no, por lo que se presenta el reto de que finalmente todo encaje perfectamente.
La restauración de la Sala y sus lienzos se adjudicó a la empresa UFFIZZI Conservación y Restauración de Bienes Culturales SL
