Antiguas intervenciones, un dilema y un mar de soluciones: un reto
para la Restauración Arqueológica
Tatiana María Martínez Riera
Restauradora de Arqueología
MARQ Museo Arqueológico de Alicante
Como parte del trabajo que realiza el equipo de Restauración del Museo Arqueológico de Alicante MARQ, entre el año 2017 y 2018 se intervino (fig.1), el “colgante curvo sobre colmillo perforado” con número de Catálogo Sistemático (número de catálogo que proporciona el MARQ) C.S. 638 (fig.2). El colgante proviene de las excavaciones que se efectuaron en los años 1928 y 1929 en la Cova de la Barcella (Borrego et al 1992: 15-16), situada en la localidad alicantina de Torremanzanas. Estas campañas fueron acometidas por el Padre José Belda, personaje icónico en la historia del Museo Arqueológico Provincial de Alicante y que sería Director del Museo en 1943 (Soler 2000: 87).
El colmillo presentaba una antigua reintegración, que va a servir de pretexto para dar luz a una problemática en la restauración arqueológica. Esta dificultad aparece sobre todo en piezas con este tipo de actuaciones que no se adaptan del todo a los criterios de intervención actuales: ¿desmontar y reconstruir o no reconstruir?
En primer lugar, antes de emprender el desmontaje, debemos considerar los problemas de conservación que atañe la presencia de la vieja masilla. Una antigua reintegración realizada en cera: una materia que tiene tendencia a acumular suciedad y polvo y que deterioraba el colgante, con refuerzos internos de hilos y cartón adherido. En este caso, no hay registro ninguno del trabajo que se realizó, por lo que debemos suponer que se acometería, muy probablemente, en la época en la que el Padre Belda y Félix Rebollo Casanova se encargaban de las primeras operaciones restaurativas en el Museo Arqueológico Provincial de Alicante alrededor de los años 30 del siglo XX (Llobregat 1989: 23 y 27). Asimismo, mostraba una apariencia estética totalmente desvirtuada y muy envejecida que era completamente necesario mejorar. Este primer asunto ya lo tenemos claro: hay que desmontar.
Retomando el tema, se plantea ahora una cuestión de criterios. Una vez desmontada, se conservaban únicamente dos fragmentos sin unión, entonces, ¿podemos reconstruir? Los criterios a la hora de intervenir vienen guiados desde hace años por códigos deontológicos que marcan directrices, promovidos por la emblemática “Carta del Restauro” (1972). En esta línea, los requerimientos generales manifiestan que se debe tener suficiente información para no generar errores de interpretación, equivocaciones científicas o “piezas falsas”. La resolución del asunto va en favor de la pieza; en este caso está bien documentada, con un dibujo arqueológico muy claro, publicado en el libro “Cova de la Barcella” (Borrego et al 1992: 158, Fig. 59) y reflejado también en el volumen “Cuevas de inhumación múltiple en la Comunidad Valenciana” (Soler 2002: 301, Fig. 195). En este sentido también manifiesta una ventaja, se trata de un colmillo que morfológicamente tiene una forma física naturalmente establecida e inequívoca, pudiendo referenciar la disposición anatómica con un colmillo real. Además, existen otros ítems de similar tipología que se pueden tomar como modelo, por ejemplo, el C.S. 636 “colmillo de jabalí” o el C.S. 637 “colgante curvo sobre colmillo” que, de la misma manera, se conservan en el museo. Estas correlaciones han permitido concluir, para este objeto particular, que es posible rehacer la reintegración, considerando que la documentación es suficiente para reconstruirla. Ni que decir tiene que la toma de decisiones debe ser consensuada de forma interdisciplinar con el personal experto en este tipo de material arqueológico y con la aprobación del responsable de la colección.
El resultado de la intervención ha conseguido volver a poner en valor el objeto, tanto desde un punto de vista arqueológico y científico como estético, mejorando indudablemente sus condiciones de conservación. Este tipo de situaciones plantean una gran dicotomía, que puede ser resuelta desde varias perspectivas, pero siempre con profesionalidad y respeto al código ético. Aunque, claro está, que para un dilema hay un mar de soluciones.
Referencias bibliográficas:
BORREGO, M., SALA, F., TRELIS, J. (1992): La “Cova de la Barcella” (Torremanzanas, Alicante). Catálogo de Fondos del Museo Arqueológico IV, Museo Arqueológico Provincial, Alicante.
BRANDI, C. (2002): Teoría de la restauración, 2a edición, Alianza, Madrid.
LINARES, M.A., (2017): La reconstrucción volumétrica de material óseo arqueológico: Caracterización de las propiedades físico-mecánicas de los estucos más empleados e investigación de nuevas masillas de relleno para su conservación y restauración, Valencia Spain. Universitat Politècnica de València. <https://riunet.upv.es/handle/10251/90550. > (Consulta: 20-09-2022)
LLOBREGAT, E. (1989) El Museo Arqueológico Provincial de Alicante, Vicent García Editores, S.A., Valencia.
SOLER, J. (2000). Síntesis de la Historia del Museo Arqueológico Provincial de Alicante. Una crónica en seis actos. En J. Blánquez (ed.): CAM. La Cultura Ibérica a través de la fotografía de principios de siglo: el litoral mediterráneo. Madrid: 83-91.
SOLER, J. (2002): Cuevas de inhumación múltiple en la Comunidad Valenciana (Vol. 2), Real Academia de la Historia y Museo Arqueológico Provincial de Alicante, Madrid-Alicante.
Fig. 1. Proceso de Restauración de la pieza en el Laboratorio de Restauración del MARQ.
Fig. 2. Estado de conservación inicial de la pieza C.S. 638 (arriba) y estado final después de la restauración (abajo).