A petición del GEIIC , nuestra colega Cristina Escudero Remírez, Coordinadora de la Unidad de Gestión de Riesgos y Emergencias en Patrimonio Cultural de Castilla y León (UGRECYL), ha escrito una reflexión sobre el incendio ocurrido ayer en la catedral de Notre Dame de París; inscrita en el Patrimonio Mundial de la Humanidad de la UNESCO desde 1991 y el monumento más visitado de Europa.
“Arde Notre Dame: nada de llevarse las manos a la cabeza… afligirse por lo que ha pasado no tiene sentido, porque no es la primera vez que pasa… ni la última que pasará, visto que somos más dados a los lamentos que a las lecciones aprendidas.
No hay que remontarse a décadas pasadas, solo mirando lo ocurrido en los últimos años tenemos ejemplos de sobra… ¿o es que nadie se acuerda del incendio de la Basílica de Nantes en 2015 por causas similares a las que se barajan en el caso de la catedral parisina -los vídeos pueden verse en internet-, de las diversas catedrales y grandes iglesias americanas -del norte y del sur-, de los palacios destruidos por las llamas en Inglaterra, de importantes museos como el Nacional de Brasil el año pasado o hace apenas un mes el importante fuego en la Iglesia de Saint Sulpice en el propio Paris?
Y eso por hablar solo de los “grandes” casos, de los que llegan a la prensa nacional e internacional frente al goteo constante de iglesias rurales, pequeños museos o ermitas; Patrimonio Cultural en definitiva, que todos los años en nuestro país se ve afectado por las llamas sin que apenas merezcan unas líneas en la prensa local, frente a la desolación de la población y comunidades de la zona que se ven abandonados y solos en su desesperación por la perdida del escenario donde han transcurrido los hitos más importantes de sus vidas.
A pesar de este panorama aun un tenemos que escuchar, ante las preguntas de los medios sobre si esta tragedia podría haberse evitado, a quienes dicen que es que nunca pasa nada, que los incendios en este tipo de edificios son muy raros, que nadie se podía imaginar… y eso que, según El País, solo en el año 2017 hubo en Francia 65 incendios o tentativas de incendios en este tipo de edificios.
La gestión de riesgos y emergencias en Patrimonio Cultural, aunque emerge con la fuerza que se deriva de las catástrofes vividas sigue siendo una asignatura pendiente, a pesar de su incuestionable necesidad, tan pendiente que ni siquiera figura en los planes de los estudios relacionados con el patrimonio y su conservación.
Cabe preguntarse si los técnicos en patrimonio estarían capacitados para enfrentar un problema de estas características, si estarían preparados para una pronta respuesta, si disponen de conocimientos sobre lo que hay que hacer en situaciones de extremo riesgo para el patrimonio -sobre todo cuando el caos, el estrés y el tiempo suponen factores claves- si son capaces de articularse con los sistemas y lenguaje especifico de los intervinientes en emergencias y sistemas de protección civil, si disponen de protocolos y procedimientos claros, específicos y comunes para la eficiente y eficaz actuación en estos casos… lo mismo que cabe preguntarse en cuanto a los intervinientes en emergencias… si saben a quién recurrir, si tienen conocimientos precisos de lo que hacer y qué no hacer en estas situaciones dado que el Patrimonio Cultural y los materiales que lo componen tienen requerimientos específicos, si están dispuestos a formar a sus intervinientes lo mismo que les forman en otros campos de las emergencias… Podríamos llenar páginas con las preguntas que suscita el tema y al margen de experiencias aisladas y concretas -claro que las hay-, las respuestas no serían alentadoras.
Notre Dame tiene el valor de los grandes símbolos que transcienden al ámbito territorial, al identitario o al religioso, pero que nadie se engañe, cuando hablamos de Patrimonio Cultural no hay catástrofes pequeñas, cualquier pérdida es la pérdida de algo irrepetible, irremplazable…
Por eso no hay que llevarse las manos a la cabeza ante este incendio, es necesario el tiempo y la energía para seguir trabajando y defendiendo la prevención ante este tipo de sucesos a través de planes de protección y salvaguarda, contribuir en la preparación de intervinientes – sean de emergencias o de patrimonio-, propugnar y articular procedimientos y protocolos comunes para la pronta respuesta… eso entre las muchas cosas que podemos y tenemos que hacer; donde todos somos necesarios y podemos y debemos avanzar mucho frente a la falta de miras y al desinterés que se transluce tras los grandes titulares.”